LIBERTAD… ¿O QUÉ…?

Libertad… Posiblemente no haya otra palabra, concepto o estado vital más controvertido, incluso paradójico, como este. Nada ha sido tan reivindicado, matizado, debatido, agredido, ensalzado como la libertad… ¡Tanto y tanto se ha dicho y escrito sobre ella! Ríos de tinta, de sangre… y por encima de toda otra cosa cataratas de demagogia; porque demagógicos son estos tiempos nuestros, en el todavía próspero primer mundo, esta burbuja que hemos convenido en llamar “sociedad posmoderna” del carpe diem, del hedonismo, del nihilismo sin tragedia, donde frivolizamos con la libertad hasta la náusea, donde somos capaces de repetir esa palabra hasta la saciedad: libertad. Libertad; libertad, libertad… libertad-libertad-libertad-libertad… libertadlibertadlibertalibertadlibertadlibertadlibertad…
…hasta dejarla desprovista de todo significado e incluso de todo sentido. Apreciados lectora o lector: si habéis intentado, como era mi propósito, leer en voz alta tal y como está escrito, siendo fieles a los signos de puntuación que aparecen, lo que hay desde la última palabra de la séptima línea hasta el final de la octava, comprenderéis muy bien lo que quería decir cuando afirmaba que podemos retirar el sentido a las cosas tal y como suenan para, una de dos: llegar a las cosas mismas sin etiquetar, o al vacío más árido y estéril. Pues bien… es ahora cuando podemos preguntarnos por la libertad, una vez que la hemos deconstruido conceptualmente: ¿Qué es la libertad? Vamos a intentar dar algunas respuestas, sencillas en principio, y ver qué pasa con ellas; porque ahora tocará reconstruir, ¿no…?

“Libertad es poder elegir entre esto y aquello”. Muy bien, pongamos entonces por caso al individuo que dice que se niega a elegir… Pues tenemos malas noticias para él: incluso tomando esa decisión está eligiendo. Esto nos lleva directamente a la terrible sentencia que nos “regaló” el bueno de Jean-Paul Sartre: “el hombre está condenado a ser libre” ¡Pues vaya paradoja y menuda putada!, diríamos… ¡vaya con la filosófia de la existencia… el existencialismo, vamos… ¡qué aguafiestas! ¿Veis? Intentando simplificar las cosas héte aquí que se nos han complicado. ¿Volvemos a deconstruir? ¡Pues ánimo y no perdamos la esperanza!

“Libertad es poder tomarme una cerveza en una terraza de Madrid”. Perfecto, esto todo el mundo lo entiende; es así de simple entonces: Una birrita en esa terracita tan maja del Retiro, ¿no? Pero, ¡Aaaah…! parece que nos hemos pegado de morros contra el muro de las circunstancias, en este caso un contexto pandémico. Es decir que, si quiero ejercer mi libertad, ¿tengo que tener en cuenta las malditas circunstancias? ¡Pues vaya una libertad…! O sea: que no puedo divertirme como yo quiera ni cuando yo quiera, ni donde yo quiera, ni con quienes/cuantos yo quiera… porque hay “una cosa” que se llama circunstancia de la que no puedo escapar… ¿No fue Ortega, ese raciovitalista madrileño, quien dijo aquello de “yo soy yo y mi circunstancia”?¡Pues qué ocurrencia tuvo la criatura! ¿Por qué no puedo ser “yo a pesar de mi circunstancia”, vamos a ver, pregunto…? . “Verás…” (trata de explicarme mi Pepito Grillo particular; todos tenemos uno al menos desde que a aquel italiano, Carlo Collodi se llamaba, se sacó de la manga al atolondrado de Pinocho) “Verás: es que no estás solo en el mundo. Ahora mismo las cosas se han complicado muchísimo por culpa de un virus y lo que toca es ser responsable y solidario. A la larga, el egoísmo es perjudicial tanto para los demás como para uno mismo”. Vaya, vaya, vaya… ¿Así que, al final, el altruismo va a ser una ventaja adaptativa de nuestra especie, y clave de nuestro éxito como seres humanos?¿Es que también se van a meter Darwin y sus secuaces en mi vida? ¿Quiero ser libre, pero existe eso que llamamos “los demás”?¿Y por qué demonios tienen que existir “los demás”…? Pepito Grillo vuelve a la carga: “Piénsalo: egoístamente te conviene que existan los demás; si no, tu vida sería más aburrida, menos interesante y hasta más peligrosa porque, en caso de apuro, ¿quién podría acudir en tu ayuda?”

Bueeeeeno… el largo párrafo anterior nos ha vuelto a dejar en un callejon sin salida, así que a recular de nuevo. Hemos visto cómo la libertad material ha recibido un primer baño de realidad en forma de eso que podríamos llamar “condicionantes” o “circunstancias” y eso que conocemos como “los demás”. Pero la referencia era el tiempo libre, el ocio, la posibilidad de expansionarnos; ¿y si lo derivamos ahora al ámbito del trabajo? Veamos: Me he montado una terraza-cervecera en Madrid que va a ser la envidia de todos los tasqueros desde las Ramblas a Manhattan, ¿qué os parece? Genial, ¿verdad? Ahora solo necesito dos cosas (lo otro corre de mi cuenta gracias a mi ingenio y a mi instinto emprendedor) ¿Qué necesito? Lo primero, una buena y amplia clientela que quiera venir a disfrutar de mi garito; lo segundo, y no menos importante, políticos que me protejan. Es decir: la libertad al servicio de los grandes negocios. Pero… ¿Qué pasaría si los políticos de turno deciden que el interés general debe estar por encima del interés particular? ¡Ya estamos! Lo teníamos de cine con el liberalismo de Juanito Locke y se nos tuvo que echar encima Juan Jacobo (San Jacobo no: me refiero a Rousseau) y su trasnochada idea de que “la propiedad privada es el origen de los grandes problemas de la humanidad”. ¡Claro!¡Y luego llega ese tal Carlos Marx y nos envenena con sus ideas de colectivización!¡Y para colmo de males aparecen Proudhon y compañía para largarnos aquello de que “la propiedad es un robo”! ¿Y qué me quieren decir a mí con eso?¿Que no puedo tener un negocio?¿Que no puedo prosperar y llegar a tener DOS negocios, TRES negocios?¿Que no puedo negociar con mis camareros cuánto les quiero pagar?¿Que encima, y para terminar de joder la marrana, hay una pandemia que nos va a obligar a ser comunistas? ¡Pues no entiendo nada! ¿O sea, que tampoco elegir cómo conjugar los verbos, si con el YO o con el NOSOTROS? Pues si la libertad no era eso de poder escoger entre “esto y aquello…” me parece a mí que la cosa va a resultar mucho más complicada de lo que parecía. El asunto de la libertad material es un lío. ¿A ver si va a resultar que la libertad acaba no siendo un buen negocio?

¡Ya está!¡Vamos a reconstruir el tema de la libertad desde algo no-material!¿Qué tal si lo hacemos desde eso que llamamos “el saber”, “el conocimiento”? Se suele decir que una de las peores esclavitudes es la ignorancia… sobre todo cuando se trata de ignorancia forzosa: no poder acceder a las fuentes del saber, que no te permitan pensar como quieras o no decir lo que piensas, de modo que hasta te llegan a hacer cómplice de la ignorancia ajena… Quiero decir que a lo mejor tienes una gran idea para mejorar las condiciones de vida de las personas, pero “algo” o “alguien” no te permite compartir ese conocimiento. Peor aún: ensucian tus ideas con el arma de destrucción masiva de la demagogia… ¿Entonces?¿El saber te hace más libre, o no?
Pues lamento decirlo: si ese saber no es un saber compartido entonces está privado de libertad, por la sencilla razón de que a esta última, a la libertad, la han desvirtuado, la han frivolizado y despurificado Porque, vamos a ver: ¿cómo calificamos eso de “¡Elige!: Libertad, o Comunismo!” ?¿Acaso no se trata de perversión pura y dura, que es lo peor de la demagogia?¿No sería esa disyuntiva el peor de los liberticidios?

Para acabar, y siendo consciente de que no aporto soluciones, ahí va un fragmento (más a modo de acertijo que de conclusión) del precioso poema de ese gran poeta sevillano que fue Eduardo Álvarez Heyer, “Cadenas” y al cual pusieron música en su día las chicas y chicos de Jarcha:

“(…) Libertad / Qué gran palabra para el preso/ Carcelero: / Tú nunca podrás gozarla /(…) No hay libertad sin cadenas / Puede que la tenga Dios / Puedes tú mismo tenerla / Puede tenerla el tirano / Es lo mismo, a fin de cuentas / Es la libertad rodeo que va dando la cadena. / (…)La cadena es siempre igual: / eslabón que a mí me sueltan / a otro se lo apretarán.

¿Tendrá razón el poeta?

TXESKO C.

3 comentarios sobre “LIBERTAD… ¿O QUÉ…?

  1. Es un artículo muy interesante.

    ¿Qué es la Libertad? Una palabra que resuena cada vez más.

    La palabra Libertad, tiene muchos matices, unos la entenderán de una manera otros de otra. Lo que es bueno para unos, no lo es para otros.

    Yo creo que siempre tenemos la libertad de elegir, pero a veces aquello que elegimos no es lo mejor, o es lo mejor para nosotros pero no para el resto. Cuando elegimos debemos actuar en consecuencia. Porque cada elección libre tiene su consecuencia, buena o mala, según. La libertad de unos es la cárcel de otros.

    La palabra Libertad daría para muchos capítulos, me temo. Porque cada lector dará a la palabra libertad su propio significado, es posible que muchos coincidan, claro, pero habrá otros que no lo hagan. No siempre llueve a gusto de todos.

    Yo tengo la libertad de salir, por supuesto y de tomar una cerveza con los amigos en estos tiempos de pandemia que vivimos, o viajar, dentro de los limites claro, pero como bien decía el artículo, aquí entra la «responsabilidad» de cada uno. El poder elegir y tener la libertad de elegir, que es lo mejor para mi, pero también para los demás?. Demagógico? puede. En verdad, solo es mi opinión, que obviamente no estará al gusto de todos.

    A veces se hace complicado discernir que es libertad y que lo es.

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  2. Certero y didáctico. Hay palabras que por su propia grandeza se deben decir con la sabiduría y mesura que merecen para no gastarlas. Miedo me dan quienes recurren machaconamente a este bien tan sagrado y universal como es «libertad». La libertad bien entendida está tan llena de servidumbres y conlleva tanta responsabilidad que es de necios gastarla tan irresponsablemente.

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