PÉPLUM: La túnica que revolucionó el cine

Como todavía tenemos reciente la Semana Santa y ya os hablé de las películas sobre la vida de Jesús, hoy os traigo un artículo sobre un género que muchas veces va a la par de las anteriores películas. Sobre todo, en cuanto a emisiones televisivas en estas fechas.

Me refiero a las que algunos denominan como películas de “romanos”, o siendo más concretos, los “péplum”. Un género tan liviano como apasionante y con una historia curiosa detrás.

Venga, ¡empezamos!

Este género cinematográfico, es cine de aventuras puro y duro, pero con la particularidad de que se ambienta en épocas clásicas y que su protagonista tendía a ser un hombre muy musculoso y guaperas. Luego retomamos esto que si no ya no me hacéis caso.

Por supuesto, si su origen era italiano mejor. Este tipo de películas se popularizaron como consecuencia de intentar (de forma “barata”) emular las súper producciones hollywoodienses que desde los años 50 se venían rodando por tierras italianas (en su mayoría) y que estaban teniendo una acogida increíble y que compartirían camino junto con los péplum autóctonos. Eso sí, lo que no compartirían es presupuesto.

Judah siempre alerta.- Metro.-

En muchas ocasiones se ven confundidas las películas que son peplúm per se y las que no. Sinceramente creo que da igual, el concepto está claro y lo importante es disfrutar de la aventura al margen de su presupuesto o sus medios. ¡Si hay gladius de por medio siempre es una maravilla! Tanto es así, que también se llamó a este género cine de espada y sandalias…

Hay que dejar claro que el empleo de la época clásica como escenario no era ninguna novedad en el cine, como así puede verse en, por ejemplo Cabiria (1914) o Intolerance (1916). Así que simplemente se retomó este camino.

No obstante, el género comienza su expansión sin remedio en 1958 con la película “Hércules” de Pietro Francisci, protagonizada por el que sería el intérprete por excelencia de los péplum, el ex Míster Universo Steve Reeves.

Pedazo de brazos…

A partir de esta película, en Italia vieron el filón y se volvieron locos con el tema…

Oye… ¿Y por qué se llaman Péplums? Pues por una prenda de vestir y por un crítico francés de cine. Me explico. En la antigüedad existía una especie de túnica sin mangas llamado peplo (peplum), derivado del griego πεπλον. Estas prendas aparecen en estas películas de forma constante, motivo por el que Jacques Siclier en el número de mayo de 1962 de la revista Cahiers du Cinéma, en un artículo llamado L’âge du péplum, empleó el nombre de las mismas para definir este estilo de cine. Más fácil imposible.

Esto es un peplo (peplum)

Conociendo el origen del nombre de este tipo de películas, vuelvo a “Hércules”. Tanto el éxito de esta película como de su secuela “Hércules encadenado” (también llamada Hércules y la reina de Lidia) (1959) de Pietro Francisci fue lo que llevó a comenzar a rodar películas de esta temática sin cuartel, reutilizando un sinfín de veces vestuarios y decorados (los de Ben – Hur o Cleopatra ya olían), ganando así tiempo y dinero. Y por supuesto repitiendo también los tópicos que eran hilo conductor de las historias.

Cartel de la película.- Warner.

Podían estar protagonizadas por personajes inventados o por grandes líderes de la historia como Julio César, Cleopatra… Eso sí, gladiadores, si era posible, tenía que haber. ¡Si no vaya chasco!

Tenían que aparecer tipos bien musculosos y embadurnados en aceite (siempre recuerdo las preguntas del capitán del vuelo de “Aterriza como puedas” al niño en la cabina), luchando contra monstruos y salvando a mujeres despampanantes con escasa vestimenta. Así, en multitud de títulos los héroes solían ser Hércules, Goliat, Sansón, Ursus o incluso Maciste (este tiene historia propia ya que el personaje apareció en algo mas de dos docenas de películas del cine mudo italiano entre los años 1914 y 1926, ambientadas, eso sí en diferentes épocas y lugares, recobrando en los 60 su popularidad).

También era bastante frecuente que hubiera una lucha entre féminas por el rudo héroe (la dama enamorada y siempre en apuros y la reina o emperatriz malísima) y un antagonista golpista que ascendía al trono matando a todo el mundo.

El bueno debía ser muy bueno (no como actor, tampoco siendo necesario que fuera especialmente espabilado el personaje) y el malo muy malo, claro (éste si que solía ser interpretado por algún actor de calidad y solía ser un tipo astuto e inteligente). Así, el héroe debería salvar al pueblo oprimido por el gobernante y liberar a los súbditos y todo ellos con combates con espadas, saltos, músculos y más bien “cutrecillo” todo. De ahí su encanto claro.

Fernando Rey en Goliat contra los gigantes (1961).-

Muchas de estas películas contaron con culturistas como protagonistas. Así, muchas las protagonizó el bueno de Steve Reeves, pero también Reg Park o Gordon Scott. Por supuesto también culturistas italianos inundaron las pantallas, eso sí, cambiando sus nombres por otros más anglosajones, como por ejemplo Sergio Ciani que se hizo llamar Alan Stell o Adriano Bellini que se llamó Kirk Morris. Tampoco eran muy originales, esto es verdad.

Gordon Scott también fue Tarzán, así que poca broma con él.-

Del respeto a las vestimentas de la época histórica concreta, mejor no hablamos. Lo importante era mostrar “chicha”, así que todos con peplums, o falditas y apañado. Tampoco conviene tratar la arquitectura o el arte, jónico, dórico o corintio, con que fuera “corchopan” valía y con pinta de clásico. ¿Para qué más?

Teniendo claro por dónde van los tiros (o los espadazos) vamos a ver qué películas de este género se hicieron. De esta forma, y al margen de las que ya os he referido sobre Maciste (interpretado por Bartolomeo Pagano) en el cine mudo y posterior (que hay unas cuantas), habría que destacar Escipión, el africano (1937) de Carmine Gallone. Los últimos días de Pompeya (1950) de Marcel L´Herbier y Paolo Moffa (no es la del 59 de Reeves) o Mesalina (1951) de Carmine Gallone con María Félix de prota.

Pero claro, donde hay posibilidad de negocio, los grandes estudios hollywoodienses, aparecen rápido y más, a la vista de lo económico que resultaba rodar en Italia. Rápidamente comenzaron a explotar este tipo de películas. Así, en 1951 se rodó Quo Vadis de Mervyn LeRoy (basada en la novela homónima de Henryk Sienkiewicz) y protagonizada por Robert Taylor, Deborah Kerr, Leo Genn y el gran Peter Ustinov (nominado al Oscar por este trabajo). Como curiosidades de la película cabe destacar que Anthony Mann fue el director de la segunda unidad (sin acreditar) durante cuatro semanas, que Sophia Loren, Elizabeth Taylor, Bud Spencer salen como extras sin acreditar o que Sergio Leone fue asistente de dirección, tampoco acreditado, de los extras italianos.

En cuanto a la historia, nos la sabemos de memoria (clásico “semanasantero”), y nos traslada al último periodo de Nerón como emperador, mezclando acontecimientos históricos con ficción y mostrando el conflicto entre el Impero y los cristianos. ¡Ah y aparece el personaje de Ursus! Este personaje será empleado hasta la saciedad en diversos péplums posteriores.

También hay que citar “Espartaco” (1953) de Riccardo Freda (no la de Kubrick), “Atila (1954) de Pietro Francisci con Anthony Quinn o “Ulises” (1954) de Mario Camerini y Mario Bava (sin créditos en su momento) con Kirk Douglas. Esta película fue la que inspiró a Pietro Francisci para intentar rodar algo similar, culminado esta idea en la anteriormente referida “Hércules”.

A su vez, se rodó “Helena de Troya” (1955) de Robert Wise con Sergio Leone como director de la segunda unidad (también sin créditos), “Tierra de faraones” (1955) de Howard Hawks o “Alejandro Magno” (1956) de Robert Rossen.

Pero como ya os he adelantado, fue “Hércules” la que provocó el aluvión de películas posteriores. Su distribución en Estados Unidos reventó la taquilla y convirtió al péplum en la gallina de los huevos de oro (tanto que, por ejemplo, se reestrenó en 1959 la película de Cecil B, DeMille “Sansón y Dalila” (1949)). Su argumento se basa en el viaje que emprendió Hércules junto a los argonautas (según narró Apolonio de Rodas). Hay que destacar que Mario Bava fue el encargado de la fotografía y se nota. Su sello personal es inconfundible.

Y como os decía, no sólo se dio pistoletazo de salida a la producción sin miramientos de este estilo de películas, si no que Reeves se convirtió en un semidios como su personaje. Mito erótico de primer nivel e intérprete por antonomasia del género.

Solamente Steve Reeves hizo todas estas películas (y más) del género: La batalla de Marathon (1959), El terror de los bárbaros(1959), Los últimos días de Pompeya(1959), Romolo e Remo (1961) junto a Gordon Scott, La guerra di Troia (1961), La leggenda di Enea (1962), El hijo de Espartaco (1962).

Es decir, si sólo él hizo todas estas cintas, imaginad si nos metemos con las películas anteriormente referidas de Ursus, Maciste y Goliat… interminable la lista. Si tenéis curiosidad mirad y alucinaréis.

También en esta época abundaron, como no, las películas “de romanos” made in USA con bien de dinero en su producción. Digo de “romanos” y no péplums porque no acaban de encajar como tal en el canon que os he explicado antes y los muy puristas pueden estar en contra. Para mí, diría que tanto monta, monta tanto. Me refiero a Los diez mandamientos (1956) de DeMille, Ben-Hur (1959) de William Wyler, Espartaco (1960) de Stanley Kubrick, Cleopatra (1963) de Joseph L. Mankiewicz o La caída del Imperio Romano (1964) de Anthony Mann (considerada la última gran superproducción de esta temática). Cada una de ellas da para artículo, hilo y monografía.

En cuanto a producciones italianas o coproducciones entre varios países, como ya os he avisado, son infinitas. Destacaría en 1961 que se estrenó “El Coloso de Rodas” de Sergio Leone (su primera película como director), “Los titanes” (1962) de Duccio Tessari con Pedro Armendáriz o el estreno en 1963 de “Jason y los Argonautas” de Don Chaffey, que fue una maravilla de técnica en efectos especiales de la mano de Ray Harryhausen. La tenía que nombrar aunque no encaje del todo.

Pero claro, nada es eterno y menos en el mundo del cine en que los gustos del espectador mandan. De esta forma, unida esta completa reiteración de argumentos a los cambios de tiempos y de preferencias del público, a mediados de los 60 se rodó la que se considera la última película considerada péplum como tal (aunque haya algún título posterior), “Combate de gigantes” (1964) de Giorgio Capitani. Esta película era directamente un refrito de escenas cogidas de otras producciones y sus protagonistas eran todos las prima donnas del género: Hércules, Maciste, Sansón y Ursus. Su trama tenía que ver con la ya referida de “Hércules encadenado”, así que como veis, imaginación poca. Un canto de cisne en toda regla que dio paso al inicio de una nueva moda y género que lo petaría después: el Spaguetti western. Al fin y al cabo, existe cierta similitud: héroe errante que llega a lugar y salva a pueblo oprimido por los villanos de turno… ¿no?

¿Alguien dijo Western?

Sin embargo, y a pesar de parecer acabado el género, películas de bajo presupuesto seguirían rodándose incluso hasta comienzos de la década de 1980, evidentemente sin pena ni gloria. Por ejemplo, “Hércules” (1983) de Luigi Cozzi con Lou Ferrigno a la cabeza (¡Hulk haciendo de Hércules!). Destaco “Furia de Titanes” (1981) de Desmond Davis, porque fue una maravilla y con unos efectos especiales del gran Ray Harrihausen de 10.

Estaba afilado el gladius…

En los 90, aunque no fueron como tal péplums, tuvimos las maravillosas series de “Hércules: Sus viajes legendarios” y “Xena: La princesa guerrera”, que empleaban esas antiguas ideas y las traían al formato televisivo mezcladas con más fantasía y efectos especiales renovados (todavía conservo alguna figura de las series…).

El elenco de estas series…

Con el cambio de década, de siglo y de mileno llegó “Gladiator” (2000) de Ridley Scott. Aunque “copiaba” el argumento de “La caída del Imperio Romano”, el éxito de la película fue espectacular y se llevó cinco premios Oscar (incluido mejor actor para Russel Crowe y película).

Russell dándolo todo.- Universal.-

Este acogimiento significó el “auge” de películas y series de esta temática (más o menos):

– 2001 Druidas de Jacques Dorfmann

– 2004 El rey Arturo de Antoine Fuqua, Troya de Wolfgnag Petersen, Alejandro Magno de Oliver Stone,

– 2005 2007 Roma (serie)

– 2007 La última legión de Doug Lefler, 300 de Zack Snyder

– 2009 Ágora de Alejandro Amenabar

– 2010 Furia de Titanes (remake) de Louis Leterrier, Centurión de Neil Marshall, la serie de Spartacus (2010-2013).

– 2011 Inmortales de Tarsem Singh.

– 2012 Ira de Titanes de Jonathan Liebesman.

– 2014 Pompeya de Paul W. S. Anderson, varias de Hércules (La leyenda de Hércules de Renny Harlin, Hércules de Brett Ratner), Exodus: Dioses y reyes de Ridley Scott.

– 2016 Ben-Hur (remake) de Timur Bekmambetov, Dioses de Egipto de Alex Proyas.

Tras este repaso, es evidente que, los tiempos pasados, fueron mejores para este género (o no oye…), pero también lo es que el cine y los gustos del público van y vienen y cuando menos lo esperas vuelven a resurgir temáticas en apariencia enterradas.

Así que, si nunca os habéis aproximado a este cine, os lo recomiendo, porque pasaréis muy buenos momentos y descubriréis épocas seguramente más nobles en que el bien podía ir a lomos de Pegaso o portar en su mano la cabeza de la Gorgona y todo ello en pos del mejor porvenir de la humanidad. Ahí es nada.

Como siempre, os sirve este cóctel José V.M. (desde la Parada de los Sueños).

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