¿A qué juegan los políticos?

Cuando empecé en esto de la Taska, ya hace unos cuantos años, empecé escribiendo sobre política (ingenuo de mi). Después me di cuenta de que a través del futbol se podían escribir muchas más cosas, más interesantes y más apasionantes. Siempre con mi toque personal. Los que me suelen leer, que sois unos pocos, sabéis de que hablo.

Pues desde el momento que empecé a escribir de futbol, dije que nunca más iba a escribir sobre política, porque realmente me aburre y no hay más “zumo” que sacar; aun así, aquí estamos… La cabra siempre tira para el monte. Creo que el momento es el correcto, y que después de los últimos acontecimientos es oportuno estirarme y hacer unas cuantas líneas.

Algunos (los que seguís la actualidad política) sabéis que se celebran en estos días las elecciones catalanas: que si el Procés (¡Sí! con mayúsculas), que si Puigdemont a prisión, bla, bla, bla… Fijaros como voy de cansado de todo, que un gran amante de la democracia o de la fiesta de la democracia se está llegando a replantear si el domingo ir a votar o no.

Es cierto que después de muchos, muchos, muchos, muchos años, concretamente desde los 16 años y tengo 33 años ya, siempre he estado metido en jaleos políticos, campañas, panfletos, puerta a puerta, convencer al indeciso, ser apoderado… Pero justo esta campaña me he quitado de la metadona. ¡Sí, amigos! De la política de partidos también se sale. De la política en general no; ya sabéis que la política se hace cada día, aunque seas uno de esos que no le guste opinar. ¡Sí! Querido “apolítico”, eso también es política.

Así que he aprovechado esta idiosincrasia momentánea que he tenido para palpar un poco los ánimos fuera de las filas de los partidos políticos. Me he puesto la máscara de hombre de negro y me he dedicado a observar y escuchar la radio y no demasiada televisión.

Hace unos días se publicó una noticia de la que resumidamente podemos decir que el “tema de Catalunya” y su independencia a nivel de importancia entre las personas más movilizadas políticamente está bajo mínimos históricos.

Y es que, como observador no paro de escuchar constantemente en la campaña el mismo tema; que si Puigdemont, que si independencia, que si el catalán, que si…. en fin, toda una retahíla de cosas sin sentido. En el siguiente gráfico que os voy a mostrar cómo se presentan los temas y el tanto por ciento de interés a estos temas.

Este gráfico es de mi asombro, especialmente cuando me doy cuenta de estos números y la poca coincidencia de los temas a trabajar por los aparatos de los partidos y de los discursos que se dan en los mítines y entrevistas. En principio, cuando yo me dedicaba a trabajar para los partidos, mi principal dolor de cabeza era solucionar discursos y argumentario para concordarlos con los temas que les estaba causando fatiga a la ciudadanía, y según yo tenía entendido, la política servía precisamente para solucionar problemas y no crearlos de la nada con nuestro argumentario.

Así que estaba cavilando sobre esto cuando me di cuenta que yo mismo era la respuesta. Precisamente lo que creaba esto era descontento, desconexión, malestar, cabreo y desinterés por los espacios donde se toman las decisiones.

De lo que se habla es de problemas en las calles (sexta posición) de inmigrantes (quinta posición) y, por supuesto, de independencia (tercer problema).

Por supuesto no se va a hablar de vivienda (primer puesto), del problema del alquiler, de la marcha de jóvenes como yo de las grandes ciudades por no poder pagar 1200 euros por un piso de 35m2. Tampoco hablemos del gran problema de no encontrar un piso de alquiler, obligándote a hipotecarte por un piso que sabes que no cuesta ni una 1/3 parte de lo que estás pagando. Eso sí, ganan los de siempre, ganan precisamente los que pagan y ayudan a los grandes partidos de este país. ¿Lo vais pillando, amigos?

Todo esto crea en la ciudadanía un estado de descontento, de cabreo, de intentar encontrar enemigos donde no los hay, de desconfianza y, sobre todo, de miedo al diferente.

Todos estos temas que hemos estado hablando y argumentando eran problemas que sucedían, por ejemplo, en el periodo de entre guerras. Momentos del “crack del 29”, crisis económica en Italia, crisis económica en Alemania, derivado del contagio de la caída de Wall Street e incluso en momentos más actuales como la pasada crisis. Momentos que después desencadenaros crisis sociales y políticas como la llegada de Mussolini, Hitler o el Ku Klux Klan entre otras muchas burradas que se hicieron en otro momento.

Pero volviendo al estado actual; crisis económica no hay. La preocupación por el empleo o la economía lo tenemos que ir a buscar a la última posición de la tabla e incluso hemos llegado al record de empleados en España. Por lo tanto ¿de dónde viene todo este hastío y preocupaciones? ¿De donde viene el estado de malestar que tenemos? Si todo lo que tendríamos que tener lo tenemos cubierto, ¿por qué nos cabrea absolutamente todo?

Pues creo que uno de los motivos es la gran capacidad que tiene el sistema político de crear estados de ánimo. El problema es que esos estados de ánimo pueden reventar un día cualquiera, en el momento menos inoportuno, llevándose de calle a aquellos que  –creando los estados de ánimo-, no son conscientes de que también ellos también van a caer.

Eso es precisamente lo que quieren crear. Una serie de catastróficas desdichas para quitarnos aquello que MENOS VALORAMOS: la política. El ir a votar, el poder reunirnos y poder criticar libremente y con educación en una barra de un bar. Así que, permitidme con mucho cariño y un punto de pesimismo que, si tiene que venir algo malo, que venga. Será la única manera de que nos demos cuenta y volvamos a estar unidos frente al futuro que nos depara. Ya sabéis aquello que dijo Rajoy:

“Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí, el suyo beneficio político». Rajoy dixit.

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